viernes, 17 de octubre de 2008

2. SIDA

SIDA es un acrónimo de Síndrome (conunto de síntomas) de la InmunoDeficiencia (es decir, un sistema inmune jodido) Adquirida (que no naces con ella). De ese simple nombre podemos deducir que el SIDA produce una bajada de todo aquello que protege al cuerpo, osea, una putada.

1. ¿Cuál es su causa?

La causa del SIDA es un virus, esto es, una chapuza biológica. El virus no es capaz de copiarse a sí mismo, al contrario que las bacterias, los animales, las plantas o Estopa. Para poder tener más virus deben colar su información genética en otro bicho, y este se pone a fabricar virus. Como si Citröen colase los planos del Citröen AX en la fábrica de Ford: antes de que nadie se diera cuenta, Ford habría fabricado un buen número de Citröens AX. En particular el virus que provoca el SIDA se llama VIH (Virus, porque es un virus, de la Inmunodeficiencia, que ya hemos visto, Humana, porque afecta a los humanos).

Al VIH le molan pocas células, y la que más le mola, la que más le pone, a la que más tiende a pegarse para meterle su código genético (ahí, se lo mete todo entero) es el linfocito T colaborador. Los linfocitos (linfo, blanco, cito, célula) son parte de las células del sistema inmune. Van habitualmente dando tumbos por la sangre, como si la cosa no fuera con ellos. Ahora, en cuanto una célula chivata le chismorrea que hay virus por ahí sueltos, los linfocitos T colaboradores empiezan a soltar señales tipo "¡ALERTA INTRUSO! ¡ALERTA INTRUSO!", avisando a otras células que son las que van con el armamento pesado. Claro, si la célula donde estan los virus son las que tenían que estar dando la alerta, mal lo llevamos.

2. ¿Cómo se coge?

Vamos a prestar atención, que esto es importante.

El virus del SIDA se trasmite EXCLUSIVAMENTE DE PERSONA A PERSONA. Es decir, ni tu perro ni tu canario te lo pueden transmitir, sólo el andoba que esté a tu lado.

El virus del SIDA está en dos sitios fundamentales: la SANGRE y las MUCOSAS.

La sangre es eso rojo que te sale de la carne cuando te cortas. Para que se te contagie el sida, debe pasar a tu sangre parte de la sangre de una pesona infectada. ¿Cómo? Lo más habitual en España, y es la causa más frecuente de contagio, es por compartir jeringuillas; y por lógica, el sector más afectado de la población son los adictos a drogas que se pinchan. Es hoy día rarísimo (casi excepcional diría yo) que sea a consecuencia de una transfusión, y accidentalmente puede ocurrir, pero también es muy raro.
La mucosa no es la niña pequeña, ni la nariz. Los mediquitos llamamos "mucosa" a la piel resbalosa que recubre las partes de dentro (ejemplo, el interior de la nariz, la boca). Allí está muy a gustito el virus, por lo que un contacto entre mucosas puede hacer que se transmita. ¿Significa que se puede transmitir con un beso con lengua? Teóricamente existe la posibilidad, pero no hay pruebas concluyentes al respecto. Lo que sí se ha podido comprobar es que tiende a largarse a los órganos sexuales, y que allí sí que es frecuente. Y ahora prestad atención: durante una relación sexual el donante (es decir, y esto es muy gráfico, el que emite el esperma hacia la otra persona) tiende a contagiarse menos que el receptor (sin importar el sexo), pero no por eso no se contagia. Es más contagioso vía anal que vaginal (pero por poco), y mucho más de ambas formas que en el sexo oral, pero ocurre. TRADUCCIÓN: Usa El Puto Condón Siempre. Así de claro y llano.
Una madre con SIDA puede transmitir el virus al feto. Es más frecuente en el mismo momento del parto, pero puede darse durante todo el embarazo. Hoy día hay pautas de medicamentos que permiten con más frecuencia que el niño nazca libre de enfermedad, pero hay que cumplirlas.
3. ¿Qué se siente?
Al principo poco. En algunos casos se coge un catarrillo que se pasa en un par de semanas, con muy mal cuerpo y, a veces, manchas rojas por el cuerpo. Pero, ya digo, se pasa.
¿Y ya entonces?
Entonces se entra a formar parte de lo que se conoce como "seropositivo". Seropositivo es una palabrota que se ha extendido en el lenguaje común, y que significa que el VIH está en sangre, se puede detectar, pero no ha comenzado a enfermedad. El virus tiende a estar un tiempo (de unos diez años) dando vueltas de linfocito en linfocito, bien controlado por el sistema inmune, hasta que llega un momento en el que se reproduce cada vez más, matando poco a poco a los linfocitos, y cuando se cruzan (más o menos) se dice que la persona tiene ya la enfermedad SIDA. El SIDA tiene tanta clínica que mejor ni empezamos a escribir. Baste decir que la mayor parte de su jodienda es que, al estar el sistema inmune gilipollas perdido, permite que bichos habitualmente inofensivos provoquen infecciones, y los no inofensivos, infecciones jodidas. También el propio virus hace un par de putaditas, sobre todo en el Sistema Nervioso, que es lo que se usa para pensar.
Aunque si no haces caso de la anterior recomendación, y no te pones el condón SIEMPRE, lo más probable es que no heches en falta tu Sistema Nervioso si se te escogorcia, porque poco uso le das. Avisado quedas.
4. ¿Y después se muere uno?
No. Hoy día, y en Occidente no. En África y otros países del Tercer Mundo sí, igual que con la malaria (el paludismo), el cólera, las parasitosis y otro buen montón de enfermedades. Pero mejor no tocar ese tema, que me toca los huevos.
Hoy tenemos una serie de fármacos, los antiretrovirales, que permiten que la edad de muerte por la enfermedad sobrepase a la esperanza de vida del paciente, o menos rebucado: que se muera de otra cosa. No siempre funcionan bien, hay que seguirlos con regularidad, y hay un buen montón de medidas a tomar y de efectos secundarios. Pero al menos no es una condena a muerte.
Eso sí, la enfermedad, hoy por hoy, no tiene cura. El VIH no se elimina nunca del cuerpo. Y eso quiere decir que si te infectas, y decides tener sexo con alguien USA SIEMPRE EL PUTO CONDÓN. Es fundamental.

Así pues, si le das la mano a un enfermo con SIDA, no te va a pasar nada; pero si te tiras a una chavala/un chaval en una disco sin preservativo, te estás jugando la vida. Así que, ya sabes, el condón siempre contigo.

1 La peritonitis, esa gran hija de peritoneo

El peritoneo es un pellejillo que recubre las tripas abdominales y la pared interna de la barriga, cual alicatado viscoso del cuarto de baño del cuerpo. Crea así una cavidad con el original nombre de “cavidad peritoneal”, en la que segrega una cantidad pequeña de lubricante, para que los intestinos se muevan y contraigan sin rozarse mucho.
Como puede deducirse de su propio nombre, “peritonitis” significa “inflamación del peritoneo”. Es importante hacer notar que inflamación no es lo mismo que infección. Inflamación es una respuesta que tienen nuestros tejidos ante las jodiendas externas, de la que se encarga nuestro hermosote sistema inmunitario, y que se traduce en los cuatro signos de Paracelso: se hincha, se enrojece, se pone caliente y (aquí se corta el rollo para la mayoría) duele. Infección, esa sí es fácil, es cuando un bicho decide okupar una zona del cuerpo (¡un antibiótico, una okupación!). Claro, en una persona con su sistema inmunitario normal, la infección provoca una inflamación, por lo que suelen ir de la mano.
1. Las Causas de la Peritonitis.
La peritonitis es, por lo tanto, la respuesta que tiene nuestro cuerpo a cualquier jodienda que le toque el peritoneo. ¿Y qué puede tocarnos el peritoneo? Pues básicamente bichos o no bichos.
Las peritonitis provocadas por bichos son las peritonitis bacterianas (lógico, ¿verdad?). Podemos distinguir entre ellas dos tipos: las primarias y las secundarias.
Las primarias no se refieren a las elecciones en los Estados Unidos. Significa que la infección se da porque sí, no como consecuencia de otro suceso. La práctica mayoría de las peritonitis bacterianas primarias ocurren cuando el señor o la señora tienen ascitis. Ascitis es una palabrota (¡no la digáis delante de vuestros padres!) que significa “mucho líquido en la cavidad peritoneal”, es decir, el espacio que formaba el peritoneo en nuestra tripa se hincha de agüilla cual globo durante una batalla veraniega. Imaginaos por un momento vuestra tripa, hinchada de líquido hasta haceros parecer un sapo, y en su interior los intestinos flotando cuales salchichas. Ahora que habéis vuelto de vomitar, continúo. A la peritonitis bacteriana primaria se la llama “espontánea”, porque ocurre así, espontáneamente. Imaginaos a un espontáneo de los que se lanzan desnudos al campo de fútbol, pues esto es algo parecido: al estar tan hinchado todo, la pared del intestino está algo tocadilla, y las bacterias que suelen estar como visitantes en el interior del tubo se lanzan a la cavidad, desnudas y corriendo. En otro momento la seguridad del campo (en este caso las células del sistema inmune) cogería a las bacterias espontáneas y se las llevarían. Pero imaginaos uno de esos partidos realmente problemáticos con dos hinchadas furiosas intentando darse de palos, los jugadores metiéndose de tortas y el árbitro refugiado en el foso: estando la barriga como está de hinchada, habiendo tantas bacterias haciéndose las espontáneas, y estando el sistema inmunitario algo perjudicado, pasan suficientes como para okupar la cavidad peritoneal y, fundamentalmente, dar mucho la lata. Claro, la policía del cuerpo se lanza a intentar sofocar la revuelta, y aunque no es muy eficaz en ese momento, si sacamos esa agüilla y la ponemos en el microscopio veremos a los policías por todas partes, dándole de bocaos a las bacterias. Por eso los mediquitos diagnosticamos la Peritonitis Bacteriana Espontánea por el número de policías (“polimorfonucleares”) que encontramos en el líquido de la ascitis.
Las secundarias son más frecuentes. Como secundarias que son se producen porque antes ocurrió algo que lo permitió. Siguiendo con la metáfora del partido de fútbol, lo que ocurrió fue que la valla de contención se rompió, entrando hinchas de los dos equipos (anaerobios y aerobios, dos tipos de bichos que hacen daño de formas distintas, necesitan ser tratados de formas distintas y son detenidos por el cuerpo de formas distintas). Es decir: la perforación del peritoneo hacia un lugar lleno de bacterias es la causa de que la cavidad peritoneal se llene de bacterias (de Perogrullo, vamos). El sitio más lleno de bacterias que os podáis imaginar es el intestino, así que cuando se abre un boquete en el intestino se tiende a producir una peritonitis bacteriana secundaria. ¿Y cuándo se abren boquetes en el intestino (y ya puestos en todo el tubo)? Las causas son muchas, pero por señalar las más frecuentes tenemos la apendicitis de toda la vida y la úlcera perforada, o lo que es lo mismo: la perforación de una víscera hueca (porque si es maciza, tipo hígado, poco va a salir de ahí).
En este caso la infección puede ser localizada o difusa. Decimos que es difusa cuando los bichejos okupan toda la cavidad, y localizada cuando sólo una parte. Es lógico pensar en la difusa, pero la localizada depende de un nuevo trozo de carne: el epiplón. El epiplón es un montón de grasa que cubre al intestino como si fuera un delantal. Tiene la capacidad de moverse (blup, blup), y lo hace cuando nota que algo no va bien, taponando la zona que está jodida. Así , una perforación de una apendicitis (por ejemplo) queda cubierta, y aunque las bacterias salgan a la cavidad, el tapón que es el epiplón evita que se extiendan por todo el peritoneo.
Ahora bien, no siempre son bichos los que producen la inflamación. ¿El qué, entonces? Os preguntaréis. Bien, el peritoneo es como un viejo medio sordo y huraño: es muy irritable, y si ocupan su cavidad cosas que no deberían estar allí, se irrita y se inflama. Y me refiero a líquidos del propio cuerpo que no tendrían que estar por la zona, como sangre, orina, bilis o jugos gástricos. También podría ser que algún médico olvidadizo dejase alguna gasa o un algodoncillo olvidado, cosa que también lo irrita profundamente (¡malditos jovenzuelos, me dejan toda la cavidad llena de porquería!). Entonces se produce una peritonitis no bacteriana o aséptica. Por último hay una causa un poco menos imaginable: hay una serie de enfermedades en las que el sistema inmunitario, agilipollao perdido, ataca al propio cuerpo. Entre ellas está el famoso lupus que tanto nombra Foreman, pero hay otras. Si una de estas enfermedades, llamadas “autoinmunes” por motivos obvios, le da por hacerse la graciosa provoca una inflamación en el peritoneo, pensando que es el propio peritoneo el que pretende hacerle la jodienda al cuerpo.
2. Cómo Se Siente.
Como es de imaginar, tener todo ese pellejo inflamado no es agradable, ni mucho menos. Lo primero que siente la persona es dolor, pero un dolor de verdad, un dolor de los que hacen época. Los músculos de la tripa, inteligentes ellos (nótese el sarcasmo) responden ante la agresión de la única forma que saben hacer los músculos: se contraen. Y se contraen tanto que dejan la barriga dura como un trozo de madera (que los mediquitos llamamos por su nombre técnico: “vientre en tabla”; sí, todavía seguimos en el sarcasmo). Por otra parte los músculos que el dan vidilla a los intestinos hacen todo lo contrario, se quedan quietos, acojonaos ante lo que les rodea, y todo el proceso de llevar los restos para afuera se para. Claro, cual autovía en hora punta se empiezan a acumular restos y gases, y a hincharse la tripa. En todo esto, el pobre señor o la pobre señora tendrán pocas ganas de ponerse a rehidratarse, y de hecho es más probable que tienda a deshidratarse vomitando sobre familiares y amigos, mientras los líquidos del intestino no pasan a sangre, como debería ser, sino que se quedan allí atrapados. Consecuencia lógica: el paciente se deshidrata. Claro, el líquido es importante para vivir, o eso dicen, sobre todo para mantener la sangre a tono. Como el cuerpo no sabe medicina, cuando empieza a escasear el volumen de sangre responde de la misma manera sin importar la causa: el corazón late más rápido (taqui, rápido; cardia, corazón ¡vivan las lenguas muertas!), se cierra el grifo hacia zonas menos necesarias (no es momento de tener la piel rosadita, se queda paliducha; tampoco es plan ponerse a mear, los riñones se quedan sin riego; el bazo se vacía, pero a nadie le importa demasiado; etcétera). A pesar de las medidas tomadas, la deshidratación avanza, así que las arterias se vacían, y como los físicos dicen que el volumen y la presión están relacionados, y las arterias son muy crédulas, cae su presión (que, como habrán adivinado los más avispados, es la presión arterial). Así llega el paciente, pálido, con un dolor que no te cagas (porque los intestinos están en huelga), deshidratado, hipotenso y taquicárdico; con la barriga como una tabla de dura, hinchada, y sin escuchar que las tripas hagan su trabajo.

La peritonitis es una enfermedad que pone al paciente en lo que se llama “riesgo vital”, o lo que es lo mismo, se puede morir uno de eso. Espero que tras este artículo hayan quedado claras las cosas principales acerca de su naturaleza, su origen y sus consecuencias. Y recordad, niños, ¡no os perforéis una víscera hueca en casa!